2 oct 2009

LA TOXICIDAD DE LA LIBIDO



Gabriela Marasso con Alicia Larramendy





Preguntarnos por la identidad subjetiva implica por un lado desafiar la estabilidad de las representaciones que acerca de la misma circulan: unificación incuestionada del sexo, el género, la orientación y la identificación sexuales, entre otras. Y por otra parte interrogar la cuestión del ser, la esencia o naturaleza de algo, siempre la misma, una y no mutable.
Los usos y prácticas actuales sobre el cuerpo ponen en crisis el supuesto carácter natural (el cuerpo naturalizado supo constituirse a lo largo de toda la modernidad como el último e inviolable refugio de “la verdad de sí” dice Foucault) y lo señalan como un espacio privilegiado donde poder inscribir una nueva mirada sobre la subjetividad; produciendo un desplazamiento desde la “verdad de sí como dato” hacia “la ¿verdad? de sí como construcción”. Construcción que es múltiple, mutable y nunca la misma.
Y es precisamente en el cuerpo donde se asienta el posible punto de resistencia, el que nos pone a salvo de la “acción simbólica perfecta” de la que nos advierte Donna Haraway y que indefectiblemente conduce a una danza de muerte. Y eso es así porque la encorporación del lenguaje implica la encorporación de las normas, los ideales, pero a la par, la encorporación tóxica de la libido, pues junto a los semas algo de la vida, de la animación del goce del cuerpo se encarna, si seguimos a Lacan en su seminario del 11-7-74.
El descubrimiento/invención de esta toxicidad de la libido, para tomar esta acertada expresión de Beatriz Preciado, estuvo en los orígenes del psicoanálisis: basta leer las cartas de Freud a Fliess (la versión completa y no la expurgada por la gran familia del psicoanálisis) para poder captar hasta qué punto los relatos de abusos sexuales de sus pacientes durante su infancia eran tomados seriamente por Freud. Finalmente la discusión: abuso sexual-fantasma de abuso, que no tiene porqué ser zanjada, terminó por cubrir la relación de la lengua con este goce que incorpora, abusivo, pero que es a su vez la animación, la vida del cuerpo, que perturba el cierre del sistema simbólico y su danza mortífera.




FECHA
Sábado 10 de octubre de 9:00hs a 14:00hs

LUGAR
Aula Magna del Hospital de Salud Mental San Francisco de Asís.
Dirección: Vélez Sardfield 99. Corrientes

ARANCELES
Profesionales $60 - Estudiantes $40


Informes e Incripción:
Of. de Administración del Hospital de Salud Mental “San Francisco de Asís”.
Sra. Romina Tribia o Sra. Verónica Estigarribia de 8:00hs a 12:00hs.
Dirección: Vélez Sardfield 99.
Tel.:03783-426996
Mail: psichospital@yahoo.com.ar

CUPOS LIMITADOS


Auspiciado por:
Ministerio de Salud Pública de la Provincia de Corrientes
Dirección de Salud Mental de la Provincia de Corrientes
Facultad de Medicina de la U.N.N.E.
Universidad de la Cuenca del Plata
Instituto Superior Semper

Certificados


Blog: http://www.psicoanalisiseninterfaz.blogspot.com/



Bibliografía:
· Beatriz Preciado: Testo Yonqui (2008), Espasa Calpe.
· Judith Butler: Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción. Ed. Cátedra. Cap. 3: Sometimiento, resistencia, resignificación. Entre Freud y Foucault
· Trinh T. Minh-ha: No tú/Cómo tú: mujeres post-coloniales y las enclavijadas preguntas sobre identidad y diferencia. http://www.psicoanalisiseninterfaz.blogspot.com/
· Sigmund Freud: Cartas a Wilhewlm Fliess (1887-1904), Amorrortu.
· Sandor Ferenczi: Confusión de lengua entre los adultos y el Niño. El lenguaje de la ternura y de la pasión. http://psicoanalisiseninterfaz.blogspot.com.ar/2009/10/bilbiografia.html
· Jacques Lacan: Los nombres del padre, sesión del 11-7-74.

Bibliografía 6º Encuentro

No tu/Como tú: mujeres post-coloniales y las enclavijadas preguntas sobre identidad y diferencia.
Trinh T. Minh-ha
Plantear la pregunta sobre la identidad es abrir nuevamente el debate sobre las relaciones propias y de los otros, en su actuación/promulgación de poder.
La identidad entendida en el contexto de una cierta ideología de dominio, ha sido una noción que confía en el concepto de una base esencial, auténtica, que permanece escondida a la conciencia de uno, y que requiere de la eliminación de todo lo que sea considerado ajeno o no verdadero para el self, es decir, no-yo, otro.
En tal concepto el otro se opone casi inevitablemente al uno mismo o se somete a la dominación del uno mismo. Se condena siempre para seguir siendo su sombra mientras que procura en ser su igual.
La identidad así entendida supone que se puede hacer una clara línea que divida Yo-no Yo, el y ella, profundidad y superficie, o identidad vertical y horizontal, entre nosotros acá y ellos allá.
Cuanto más lejos uno se mueve de la base, menos se piensa que uno es capaz de llenar el rol de uno mismo como ese self verdadero, el verdadero negro, asiático o la mujer verdadera.
La búsqueda para una identidad es, por lo tanto, generalmente una búsqueda para esa falta, del uno mismo (self) puro, verdadero, real, genuino, original, auténtico, a menudo situado dentro de un proceso de eliminación de todo lo que es considerado superfluo, falso, corrompido, u occidentalizado.
Si la identidad se refiere al modelo entero de igualdad dentro de un ser, entonces sigue habiendo un estilo de continuarme que impregna todos los cambios experimentados, entonces la diferencia queda dentro del límite de eso que distingue una identidad de otra. Esto significa que tal cosa en el corazón X debe ser X, Y debe ser Y, y X no puede ser Y.
Aquellos que andan corriendo por los alrededores gritando que X no es X y que X puede ser Y, usualmente aterrizan en un hospital, un centro de rehabilitación, un campo de concentración o una reserva.
Todas las desviaciones de la corriente del pensamiento dominante, digamos, la creencia en la esencia permanente de la mujer y en su invariante y frágil identidad, cuya perdida es considerada un peligro específicamente humano, puede fácilmente encajar en la categoría de enfermedad mental o de mentalmente subdesarrollado.
Es probablemente difícil para una mente normal, indagadora, reconocer que buscar es perder, porque buscar presupone una separación entre el buscador y el haber buscado, entre el continuo yo y los cambios que sufre.
Puede la identidad, de verdad, ser vista no más que como subproducto de una manipulación de vida, una que, de hecho, se refiere no más a un modelo consistente de igualdad que a un inconsecuente proceso de alteridad/desigualdad.
¿Cómo debo perder, mantener, o ganar una identidad femenina cuando es imposible para mí asumir una posición fuera de esta identidad que he alcanzado y en la cual me sienta probablemente para ella? La diferencia en tal contexto es la que mina la misma idea de la identidad, diferenciando al infinito las capas de la totalidad que forma el I. (yo)
La hegemonía trabaja en la nivelación hacia fuera de diferencias y en estandardizar contextos y expectativas en los detalles más pequeños de nuestra vida diaria.
No cubrir estos niveles de diferencia es por lo tanto resistirse a que la noción de diferencia que se define en los términos del amo recurre a menudo a la simplicidad de esencias.
Dividir y conquistar ha sido por siglos su credo, su fórmula de suceso. Pero un diverso terreno del sentido ahora se ha explorado por una cierta hora, un terreno en el cual las divisiones netas y las oposiciones dualísticas, tales como ciencia vs. subjetividad, masculino contra femenino, pueden servir como puntos de partida para propósitos analíticos pero ya no son satisfactorios sino enteramente a la mente crítica.
A menudo me han preguntado acerca de lo que llaman algunos espectadores la carencia de conflictos en mis películas. El conflicto psicológico se compara a menudo con la sustancia y la profundidad. Los conflictos en contextos occidentales sirven a menudo para definir identidades. Mi sugerencia a la “carencia” es: dejar a la diferencia que substituya el conflicto. La diferencia según lo entendido en muchos contextos feministas y no-Occidentales, diferencia como primer plano en mi trabajo de la película no se opone a la igualdad, al sameness, ni es sinónimo de separatismos (separatism). La diferencia, es decir, no da lugar necesariamente a separatismos. Hay diversidades así como similitudes dentro del concepto de diferencia. (*)
Uno podría decir que la diferencia no es lo que provoca conflictos. Esta mas allá y a lo largo de los conflictos. Aquí es donde la confusión a menudo florece y donde el desafío puede ser publicado. Muchos de nosotros todavía nos aferramos al concepto de diferencia no como una herramienta de creatividad, para cuestionar múltiples formas de represión y dominación, sino como una herramienta de segregación, para ejercer poder en base de esencias raciales y sexuales. El tipo del apartheid de diferencia. (*)
Déjenme señalarles algunos ejemplos de prácticas de tal noción de la diferencia. Hay absolutamente muchos, pero apenas voy a seleccionar tres y quizás podemos debatir ésos. Primero de todos tomaría el ejemplo del velo como realidad y metáfora. Si el acto de la revelación (unveiling: quitar el velo) tiene un potencial de liberación, así también el acto de velar (ponerse el velo). Todo depende del contexto en el cual se realiza tal acto, o más precisamente, de cómo y de donde las mujeres ven la dominación. La diferencia no se debe definir ni por el sexo dominante ni por la cultura dominante. Entonces cuando las mujeres deciden levantar el velo uno puede decir que lo hacen en desafío al derecho opresivo de los hombres por sus cuerpos. Pero cuando deciden mantener o ponerse el velo, que una vez se sacaron, se supone que lo hacen para reapropiarse de su territorio o para clamar una nueva diferencia en el desafio de los sexos, la hegemonía, la estandarización centrada.
En segundo lugar, el uso del silencio. Dentro del contexto de las mujeres el silencio en el discurso tiene muchas caras. Como el acto de velar de las mujeres, arriba mencionado, el silencio puede solamente ser subversivo cuando se libera del contexto varón-definido donde la ausencia, la carencia, y el miedo se ven como territorios femeninos. Por un lado, nos enfrentamos al peligro de inscribir la feminidad como ausencia, como carencia y espacio en blanco donde se rechaza la importancia del acto de la enunciación. Por otro lado, entendemos la necesidad de ubicar a mujeres en el lado de la negatividad y del trabajo en murmullos (undertones), por ejemplo, en nuestras tentativas en socavar sistemas patriarcales de valores. El silencio se fija tan comúnmente en la oposición con el discurso. El silencio como deseo de decir o no decir y como un lenguaje mismo se ha explorado apenas.
Tercero, la cuestión de la subjetividad. El dominio de la subjetividad entendido como horizonte sentimental, personal, e individual en comparación con horizonte objetivo, universal, societal e ilimitado a menudo es atribuido a ambas mujeres, a la otra del hombre, y a los nativos, el otro del oeste. Se asume a menudo, por ejemplo, que el enemigo de las mujeres es el intelecto, que su aprehensión de la vida solo se puede plegar y desplegar alrededor de una olla de cocina, el pañal del bebé, o los asuntos del corazón. Semejantemente, por siglos y siglos nos han dicho que la mentalidad primitiva pertenece al orden de lo emocional y afectivo, y que es incapaz de elaborar los conceptos. El hombre primitivo siente y participa. El no piensa realmente ni razona. Él no tiene ningún conocimiento, “ninguna idea clara o aún ninguna idea de la materia y el alma,” como Levi-Bruhl lo expone.
Hoy esta base persistente ha tomado múltiples caras, y sus residuos aun se mantienen encendidos, fácilmente reconocible a pesar de la retórica refinada de los que lo perpetúan.
Digno de mencionar otra vez aquí está la cuestión del forastero y del nativo en prácticas etnográficas. La visión de un nativo. La palabra mágica que lleva dentro de sí mismo el sello de la aprobación. ¿Qué puede ser más auténticamente de otra manera que una alteridad por el otro, ella misma? Todavía, cada pedazo de la torta dada por el amo viene con una lámina de doble filo.
Los Afrikanners dicen “puede tomar a un hombre negro de la aldea, pero no puedes tomar la aldea del hombre negro.” El lugar del nativo es siempre bien delimitado. El filmmaking cultural “correcto”, por ejemplo, implica generalmente que los africanos muestran a África, los asiáticos Asia, y los Euro-Americanos, el mundo. Ser diferente tiene sus leyes y prohibiciones. Puesto que no puedes tomar la aldea del hombre negro, es la aldea la que se le da constantemente a él, y como las cosas resultan a menudo, será de esta aldea la que el hombre negro hará su territorio exclusivo. Y él puede hacerlo con el conocimiento completo que la tierra estéril es apenas un regalo. Para deshojar las desigualdades de poder, los cambios requieren con frecuencia que las reglas sean reapropiadas para batir al amo en su propio juego. Al audaz donante le gusta dar la impresión de que se encuentra en una posición donde puede retractarse cuando el desee y cuando el aceptador se atreva o suceda a la infracción de su reservas. (preserves) *.
El último, sin embargo, no ve ningún regalo. ¿Se puede imaginar que tal cosa sea tomada como un regalo? Si al final ve solo deudas que, una vez que son dadas, deben permanecer como su propiedad --aunque ser terrateniente es un concepto que ha sido ajeno a él y que ha rechazado asimilarlo.
Con las respuestas y las expectativas de las audiencias de sus trabajos, los cineastas no-blancos son a menudo informados y recordados sobre los límites territoriales en los cuales han de permanecer. Un nativo puede hablar con autoridad sobre su propia cultura, y ella es referida como la fuente de autoridad en esta materia-no como cineasta necesariamente- sino como una nativa, simplemente. Esta dotación automática y arbitraria de un nativo con conocimiento legitimizado sobre su patrimonio cultural y ambiente ejerce solamente su poder cuando es una cuestión de validar poder. Es una torcedura paradójica de la mente colonial. Lo que el forastero espera del nativo es, de hecho, una proyección de una materia totalmente conocida por este, que usualmente atribuye a sí mismo y a los de su tipo.
En este desconocimiento de la propia y de la otra relación, sin embargo, la otra seguiría siendo siempre la sombra del uno mismo. Por lo tanto no realmente, no absolutamente sabiéndolo todo. Que una persona blanca haga una película en el Goba del Zambezi, por ejemplo, o en el Tasaday del mas rainforest filipino (foresta) parece no sorprender, pero que un miembro del tercer mundo haga una película sobre otra gente del tercer mundo siempre parece cuestionable para muchos. La pregunta referente a la opción del tema se presenta inmediatamente, a veces fuera de curiosidad, más a menudo fuera de hostilidad. La unión ya no es consumada por el par exterior/adentro, es decir, objetivo contra subjetivo, pero hay algo entre interior/adentro-objetivo que ha sido reclamado como objetivo. Así pues, ningún conflicto verdadero.
La interdependencia no se puede reducir a una cuestión mera de la esclavitud mutua. También consiste en crear una tierra que pertenezca a nadie, ni siquiera al creador. Desigualdad se convierte en empowerment, diferencia crítica cuando no es dada sino recreada. Además, ¿donde debe la línea que divide forastero y nativo parar? ¿Cómo debe ser definida? ¿Por color de piel, por la lengua, la geografía, la nación, o por afinidad política? ¿Y que hay de ésos, por ejemplo, con identidades combinadas y realidades híbridas? Y aquí vale el observar, por ejemplo, del informe de un periodista en una edición reciente del Times que es titulada, “El loco juego de las sillas musicales.” En este informe la atención se centra en el hecho de que la gente en Sudáfrica, que es clasificada por la raza, es colocada dentro de una de las nueve categorías raciales, estas determinan dónde ella puede vivir y trabajar, las personas pueden cambiar su clasificación si prueban que las pusieron en un grupo incorrecto. Así, en un aviso de reclasificaciones raciales dado por “Home Affairs Ministres” uno aprende que 9 Blancos se Colorearon, 506 Coloreados llegaron a ser Blancos, 2 Blancos llegaron a ser Malay, 14 Malay se hicieron Blancos, 40 Coloreados se convirtieron en Negros, 666 Negros se colorearon, y la lista se enciende. Sin embargo, dice el ministro, ningún Negro aplica para ser Blanco. Y ningún Blanco llega a ser Negro.
En el momento en que el nativo pisa fuera ya no es un mero nativo. Ella mira necesariamente adentro del exterior mientras que también mira hacia fuera del interior. No absolutamente iguales, no absolutamente diferentes, ella está parada en ese lugar indeterminado del umbral donde ella mandila constantemente entre el adentro y afuera. Socavando la oposición del interior/del exterior, su intervención es necesariamente ambas, no absolutamente la de un nativo y no absolutamente la de un forastero. Ella es, en otras palabras, esa otra inadecuada o igual, que se mueve siempre por lo menos con dos gestos: el que afirma “Soy como Tu” mientras que persiste en su diferencia y el que recuerda “Soy diferente” mientras llega a remover toda definición de desigualdad.
Esto no quiere decir que el histórico Yo puede ser obscurecido e ignorado y que la diferenciación no pueda ser hecha, pero el Yo no es unitario, la cultura nunca ha sido monolítica y es siempre más o menos en relación a un tema de juicio. Las diferencias no sólo existen entre el forastero y el nativo--dos entidades. También se pueden trabajar la forastera misma o nativa, ella misma como entidad. Ella que sabe que no puede hablar de ellas sin hablar de ella misma, de la historia sin incluir su propia historia, también sabe que ella no puede hacer un gesto sin activar la dialéctica de la vida.
La subjetividad en el trabajo dentro del contexto de este otro inadecuado apenas se puede someter al viejo paradigma subjetividad/objetividad. El conocimiento del objeto político agudo no se puede reducir a una cuestión que vaya de autocrítica hacia autoevolucion, como tampoco de la autoalabanza hacia la autoconfianza. Tal diferenciación es útil, para un asimiento de subjetividad, hace que el miedo al ensimismamiento, a la autoabsorción sea absurdo. El conocimiento de los límites en los cuales uno trabaja no necesita conducir a ninguna forma de indulgencia en la parcialidad personal, ni a la conclusión estrecha que es imposible entender cualquier cosa sobre la otra gente puesto que la diferencia es una en esencia. Rechazando naturalizar el Yo, la subjetividad destapa el mito de la base esencial, de la espontaneidad y de la profundidad como visión interna. La subjetividad, por lo tanto, no solo consiste en el hablar de uno mismo, sea este hablar indulgente o crítico.
En breve, lo que es puesto en juego es una practica de la subjetividad que sigue siendo inconsciente de su propia naturaleza constituida, y que por lo tanto, la dificultad de exceder el par simplista de subjetividad y objetividad; una práctica de la subjetividad que es inconsciente de su papel continuo en la producción del significado, como si las cosas pudieran tener sentido por sí mismas, de modo que la función del intérprete consista solamente en elegir entre las muchas lecturas existentes; sin darse cuenta de la representación como representación, es decir, de la inter-realidad cultural, sexual, política del cineasta como tema, de la realidad de la película sujeta y de la realidad del aparato cinemático. Y finalmente inconsciente del otro inadecuado dentro de cada Yo.


(*) Separatism: alude esencialmente a independencia de territorio y política.
(*) Apartheid: sistema político y social de Sudáfrica donde solo la gente blanca posee derechos políticos y donde gente de otras razas, especialmente negros, eran forzados a vivir en áreas separadas y asistir a escuelas especiales para ellos.
(*) Preserves: área de tierra o agua privada reservada para el uso privado, la caza y pesca.


Trinh T. Minh-ha
Nacida en Vietnam, Trinh T. Minh-ha es una filmmaker, escritora y compositora.
Ha viajado y estudiado extensivamente sobre el cine, el feminismo, el arte, la cultura y la política en Estados Unidos, así como también Europa, Asia, Australia y Nueva Zelanda.

Bilbiografía 6º Encuentro

CONFUSIÓN DE LENGUA ENTRE LOS ADULTOS Y EL NIÑO

El lenguaje de la ternura y de la pasión
Autor: Sandor Ferenczi
Conferencia pronunciada en el XII Congreso Internacional de Psicoanálisis en Wiesbaden en septiembre de 1932. El título original era: Las pasiones de los adultos y su influencia sobre el desarrollo del carácter y de la sexualidad del niño.

Sería un error querer introducir a la fuerza, en un informe al Congreso, el amplio tema del origen exterior de la formación del carácter y de la neurosis. Por ello me contentaré con ofrecer un extracto de lo que hubiera querido decir. Hubiera sido útil indicar primero cómo me he planteado el problema formulado en el título. Durante mi conferencia pronunciada en la Sociedad Vienesa de Psicoanálisis, con ocasión del sesenta y cinco aniversario del profesor Freud, hablé de una regresión en la técnica (y también en parte en la teoría de las neurosis) que se me impuso por determinados fracasos o resultados terapéuticos incompletos. Entiendo por ello la importancia atribuida recientemente al factor traumático tan injustamente olvidado en los últimos tiempos al tratar la patogénesis de las neurosis. El hecho de no profundizar lo suficiente en su origen externo supone un peligro, el de recurrir a explicaciones apresuradas relativas a la predisposición y a la constitución. Las manifestaciones que yo calificaría de impresionantes, las repeticiones casi alucinatorias de sucesos traumáticos que comenzaban a acumularse en mi práctica, autorizaban la esperanza de que, gracias a tal abreacción, importantes cantidades de afectos rechazados se impusieran en la vida afectiva conciente y pusieran pronto fin a la aparición de los síntomas; sobre todo cuando la superestructura de los afectos ha sido lo suficientemente dulcificada por el trabajo analítico.
Desgraciadamente esta esperanza sólo se ha realizado de manera imperfecta, y en muchos casos ha tropezado con grandes dificultades. La repetición, estimulada por el análisis, había resultado demasiado bien. Podía constatarse sin duda una mejoría sensible de determinados síntomas, pero los pacientes comenzaban a quejarse de estados de angustia nocturna y sufrían incluso penosas pesadillas; la sesión de análisis solía degenerar en una crisis de angustia histérica. Esto, igual que la sintomatología que parecía alarmante, fue analizada de una forma concienzuda, lo cual convenció y tranquilizó aparentemente a los pacientes: el resultado, que se esperaba duradero, no lo era sin embargo y a la mañana siguiente el enfermo volvía a quejarse de una noche terrible, siendo la sesión de análisis una nueva repetición del trauma. Durante cierto tiempo me consolé diciéndome que el paciente ofrecía grandes resistencias o que sufría un rechazo del que no podía tomar conciencia para descargarse en sucesivas etapas. Al no apreciar ninguna modificación esencial tras una pausa bastante grande tuve que proceder una vez más a mi autocrítica. Yo aguzaba el oído cuando los pacientes me acusaban de ser insensible, frío, y hasta cruel, y cuando me reprochaban ser egoísta, sin corazón y presuntuoso; también cuando me gritaban: “ Por favor, ayúdeme rápido, no me deje morir en la desesperación... ”. Hice mi examen de conciencia para ver si a pesar de mi buena voluntad, eran ciertas sus acusaciones. Debo decir que tales explosiones de cólera y de furor sólo ocurrían excepcionalmente; a menudo, mis interpretaciones eran aceptadas por el paciente al fin de la sesión con una docilidad llamativa, incluso con desconcierto. A pesar de ser una inversión fugaz, me hizo sospechar que estos pacientes dóciles experimentaban en secreto impulsos de odio y de cólera, de modo que les invité a que abandonaran cualquier consideración respecto de mí. Tal oferta tuvo poco éxito y la mayoría rehusaron enérgicamente aceptar esta demanda excesiva, a pesar de que fue suficientemente apoyada por el material analítico.
Llegué poco a poco a la convicción de que los pacientes percibían con mucha finura las tendencias, las simpatías y antipatías, y el humor del analista, incluso cuando éste era inconsciente de ellas. En lugar de contradecirle y acusarle de flaquezas o de cometer errores, los pacientes se identificaban con él. Sólo en momentos excepcionales de excitación histérica, es decir en un estado casi inconsciente, podían reunir los pacientes suficiente coraje para protestar. Habitualmente no se permiten ninguna crítica respecto a nosotros; ni siquiera les viene a la mente, como no reciban nuestro permiso expreso o nuestro ánimo directo. Por ello no solo debemos aprender a adivinar a partir de las asociaciones de los enfermos los hechos desagradables de su pasado sino que también hemos de averiguar las críticas rechazadas o reprimidas que nos dirigen.
Aquí chocamos con importantes resistencias, no ya las del paciente, sino las nuestras. Ante todo debemos ser analizados y conocer a fondo nuestros rasgos de carácter desagradable, tanto exteriores como interiores, a fin de aceptar lo que las asociaciones de nuestros pacientes pueden contener de odio o de desprecio oculto.
Esto nos lleva al problema de saber hasta dónde debe llegar el análisis del analista, asunto cada vez más importante. No hay que olvidar que el análisis en profundidad de una neurosis exige casi siempre muchos años, mientras que el análisis didáctico habitual sólo dura algunos meses, o a lo sumo año y medio, lo cual puede llegar a crear la imposible situación de que nuestros pacientes estén poco a poco mejor analizados que nosotros. Al menos pueden presentar síntomas de tal superioridad, que son incapaces de expresarlos verbalmente. Caen en una extremada sumisión, a consecuencia de su incapacidad o del temor de desagradarnos al criticarnos.
Gran parte de la crítica rechazada se refiere a lo que podríamos llamar la hipocresía profesional. Acogemos cortésmente al paciente cuando entra, le pedimos que nos comunique sus asociaciones, y le prometemos escucharle atentamente y consagrar todo nuestro empeño a su bienestar y al trabajo de aclarar su estado. En realidad puede ocurrir que algunos rasgos, internos o externos del paciente, nos sean difícilmente soportables, o incluso que sintamos que la sesión de análisis aporta una perturbación desagradable a una preocupación profesional más importante o a un problema íntimo. Aquí no veo otra salida que tomar conciencia de nuestro propio problema y comentarlo con el paciente, admitiéndolo no sólo como posibilidad sino también como hecho real.
He de insistir en que esta renuncia a la “hipocresía profesional”, considerada hasta ahora como inevitable, en lugar de herir al paciente le aporta un notable consuelo. Aunque estalle la crisis traumática histérica, lo hace sin tanta violencia; resulta posible reproducir mediante el pensamiento los sucesos trágicos del pasado sin que tal reproducción suponga una nueva pérdida del equilibrio psíquico; parece incluso que se eleva el nivel de la personalidad del paciente. ¿Qué ha conducido a este estado de cosas? En la relación entre el médico y el enfermo existía falta de sinceridad, algo que no se había dicho y que al explicarlo liberaba la lengua del paciente. Admitir un error conseguía para el analista la confianza del paciente. Puede tenerse la impresión de que entonces sería útil cometer errores, para confesarlos a continuación al paciente, pero esto resultaría superfluo. Cometemos los suficientes errores de forma espontánea y tuve un paciente inteligente que se indignaba con justicia a este respecto diciéndome: “Mejor sería que evitara usted cualquier error, su vanidad saldría beneficiada si aprovechara sus fallos....”.
El solucionar este problema puramente técnico me hizo acceder a un material oculto al que había atribuido hasta entonces poca atención. La situación analítica, esa fría reserva, la hipocresía profesional y la antipatía respecto al paciente que se oculta tras ella y que el enfermo capta con todo su ser, no difiere demasiado de las cosas que anteriormente, es decir en la infancia, le hicieron enfermar. En este momento de la situación analítica, si empujamos al enfermo a la reproducción del trauma, su estado se hace insoportable; por ello no hay que extrañarse de conseguir una situación similar, ni mejor, ni diferente, a la del trauma primitivo. Pero la capacidad de admitir nuestros errores y de renunciar a ellos, así como la autorización de las críticas, nos hacen ganar la confianza del paciente. Esta confianza es algo que establece el contraste entre el presente y un pasado insoportable y traumático. Tal contraste es indispensable para reavivar el pasado, no tanto como reproducción alucinatoria sino más bien en cuanto recuerdo objetivo. La crítica latente expresada por mis pacientes descubría, con agudeza, los rasgos agresivos de mi terapéutica activa, la hipocresía profesional, para forzar la relajación del paciente, y me enseñaba a reconocer y dominar las exageraciones en ambos sentidos. Estoy también reconocido a los pacientes que me han enseñado que tenemos excesiva tendencia a mantener determinadas construcciones teóricas y a dejar de lado hechos que quebrantarían nuestra seguridad y nuestra autoridad. En cualquier caso he podido saber por qué somos incapaces de operar sobre los accesos histéricos, y de este modo he podido finalmente triunfar. Me hallaba en la misma situación que aquella dama espiritual quien, ante una de sus amigas en estado narcoléptico, no pudiendo socorrerla ni con sacudidas ni con gritos, tuvo repentinamente la idea de hablarle de manera mimosa, como a un niño: “Vamos, querida, revuélcate por la tierra”. Hablamos mucho en el análisis de regresión a la infancia, pero evidentemente no sabemos hasta qué punto tenemos razón. Hablamos mucho de división de la personalidad, pero parece que no conocemos en su justa medida la profundidad de este fenómeno. Si guardamos una actitud fría y pedagógica en presencia de un paciente afectado de opistótonos, rompemos el último vínculo que nos une a él. El paciente sin conocimiento es como un niño que ya no es sensible al razonamiento, sino a lo más a la benevolencia materna.
Si falta esta benevolencia se halla solo y abandonado en la más profunda desesperación, es decir justamente en la misma situación insoportable, que, en determinado momento, le condujo a la ruptura psíquica, y luego a la enfermedad. No es sorprendente que el paciente solo pueda repetir de modo exacto, como cuando se instaló en él la enfermedad, la formación de los síntomas desatados por la conmoción psíquica.
Los pacientes no se sienten afectados por una muestra teatral de piedad, sino tan sólo por una auténtica simpatía. No sé si la reconocen en el tono de nuestra voz, en los términos que utilizamos, o de otra forma; de cualquier modo, adivinan, de forma casi extralúcida, los pensamientos y las emociones del analista. Me parece casi imposible engañar al enfermo en este punto, y las consecuencias de cualquier tentativa de engaño serían nefastas. Permítanme que les insista en que esta relación íntima con el paciente me ha dado importantes niveles de comprensión. En principio he podido confirmar la hipótesis ya enunciada de que nunca se insistirá bastante sobre la importancia del traumatismo y en particular del traumatismo sexual como factor patógeno. Incluso los niños de familias honorables de tradición puritana son víctimas de violencias y de violaciones mucho más a menudo de lo que se cree. Bien son los padres que buscan un sustituto a sus insatisfacciones de forma patológica, o bien son personas de confianza de la familia (tíos, abuelos), o bien los preceptores y el personal doméstico quienes abusan de la ignorancia y de la inocencia de los niños. La objeción de que se trata de fantasías de los niños, es decir de mentiras histéricas, pierde toda su fuerza al saber la cantidad de pacientes que confiesan en el análisis sus propias culpas sobre los niños. No me sorprendí cuando, hace poco, un pedagogo de espíritu filantrópico vino a verme con gran desesperación y me confió su descubrimiento, ya por quinta vez, de que en una familia de buena sociedad la gobernanta mantenía con muchachos de nueve a once años una auténtica vida conyugal.
Las seducciones incestuosas se producen habitualmente de este modo: un adulto y un niño se aman; el niño tiene fantasías lúdicas, como por ejemplo desempeñar un papel maternal respecto al adulto. Este juego puede tomar una forma erótica, pero permanece siempre en el ámbito de la ternura. No ocurre lo mismo en los adultos que tienen predisposiciones psicopatológicas, sobre todo si su equilibrio y su control personal están perturbados por alguna desgracia, por el uso de estupefacientes o de sustancias tóxicas. Confunden los juegos de los niños con los deseos de una persona madura sexualmente, y se dejan arrastrar a actos sexuales sin pensar en las consecuencias. De esta manera son frecuentes verdaderas violaciones de muchachitas apenas salidas de la infancia, lo mismo que relaciones sexuales entre mujeres maduras y muchachos jóvenes, o actos sexuales impuestos de carácter homosexual.
Es difícil adivinar el comportamiento y los sentimientos de los niños tras esos sucesos. Su primera reacción será de rechazo, de odio, de desagrado, y opondrán una violenta resistencia: “ ¡No, no quiero, me haces mal, déjame!”. Ésta, o alguna similar, sería La reacción inmediata si no estuviera inhibida por un temor intenso. Los niños se sienten física y moralmente indefensos, sus personalidades aún débil para protestar, incluso mentalmente, la fuerza y la autoridad aplastante de los adultos los dejan mudos, e incluso pueden hacerles perder la conciencia. Pero cuando este temor alcanza su punto culminante, les obliga a someterse automáticamente a la voluntad del agresor, a adivinar su menor deseo, a obedecer olvidándose totalmente de sí e identificándose por completo con el agresor. Por identificación, digamos que por introyección del agresor, éste desaparece en cuanto realidad exterior, y se hace intrapsíquico; pero lo que es intrapsíquico va a quedar sometido, en un estado próximo al sueño- como lo es el trance traumático- al proceso primario, es decir que lo que es intrapsíquico puede ser modelado y transformado de una manera alucinatoria, positiva o negativa, siguiendo el principio de placer. En cualquier caso la agresión cesa de existir en cuanto realidad exterior y, en el transcurso del trance traumático, el niño consigue mantener la situación de ternura anterior.
Pero el cambio significativo provocado en el espíritu infantil por la identificación ansiosa con su pareja adulta es la introyección del sentimiento de culpabilidad del adulto: el juego hasta entonces anodino aparece ahora como un acto que merece castigo.
Si el niño se recupera de la agresión, siente una confusión enorme; a decir verdad ya está dividido, es a la vez inocente y culpable, y se ha roto su confianza en el testimonio de sus propios sentidos. A ello se añade el comportamiento grosero del adulto, aún más irritado y atormentado por el remordimiento, lo que hace al niño más conciente de su falta y más vergonzoso. Casi siempre el agresor se comporta como si nada ocurriera y se consuela con la idea: “Va, no es más que un niño, aún no sabe nada, lo olvidará todo pronto”. Tras un hecho de esta naturaleza no es raro ver al seductor adherirse a una moral rígida o a principios religiosos, esforzándose con su severidad por salvar el alma del niño. En general, las relaciones con una segunda persona de confianza, por ejemplo la madre, no son lo suficientemente íntimas para que el niño pueda hallar ayuda en ella; algunas débiles tentativas en este sentido son rechazadas por la madre calificándolas de tonterías. El niño del que se ha abusado se convierte en un ser que obedece mecánicamente o que se obstina; pero no puede darse cuenta de las razones de esta actitud. Su vida sexual no se desarrolla, o adquiere formas perversas; no hablaré de las neurosis y de las psicosis que pueden resultar en estos casos. Lo que importa desde el punto de vista científico en esta observación es la hipótesis de que la personalidad aún débilmente desarrollada reacciona al desagrado brusco no mediante la defensa sino con una identificación ansiosa y con la introyección de lo que la amenaza o la agrede. Ahora comprendo porqué mis pacientes rehúsan seguir mi consejo de reaccionar frente al desagrado con odio o con movimientos defensivos, como yo hubiera esperado. Una parte de su personalidad, el núcleo mismo de ella, ha quedado fijado a un determinado momento y a un nivel en que las reacciones aloplásticas eran aún imposibles y donde, debido a una especie de mimetismo, se reacciona de forma autoplástica. Se llega así a un tipo de personalidad constituido únicamente por el Ello y el Super-Ego que, en consecuencia, es incapaz de afirmarse en casos de desagrado; del mismo modo un niño que aún no ha alcanzado pleno desarrollo es incapaz de soportar la soledad si carece de protección maternal y de una fuerte dosis de ternura. Vamos a referirnos ahora a las ideas desarrolladas por Freud desde hace tiempo cuando señalaba que la capacidad de experimentar un amor objetal iba precedida de un estadio de identificación. Calificaré tal estadio como el del amor objetal pasivo, o estadio de la ternura. Pueden aparecer rasgos de amor objetal pero sólo en cuanto fantasías, de manera más bien lúdica. De esta forma, casi todos los niños juegan con la idea de ocupar el lugar del progenitor del mismo sexo para convertirse en pareja del otro, aunque sólo sea de forma imaginaria. En realidad ni querrían ni podrían pasar de la ternura, y sobre todo de la ternura maternal. Si en el momento de esta fase de ternura se impone a los niños más amor o un amor diferente al que desean, pueden ocasionárseles las mismas consecuencias patógenas que la privación de amor hasta ahora aludida. Esto nos llevaría muy lejos al hablar de todas las neurosis y consecuencias caracterológicas que pueden resultar de la apertura precoz a formas de amor apasionado, teñido de sentimientos de culpabilidad en un ser inmaduro e inocente. La consecuencia no puede ser otra que la confusión de lenguas a la que aludo con el título de esta conferencia.
Los padres y los adultos debieran aprender a reconocer, como los analistas, tras el amor de transferencia la sumisión o la duración de nuestros hijos, de nuestros pacientes o de nuestros alumnos, un deseo nostálgico de liberarse de este amor opresivo. Si se ayuda al niño, al paciente o al alumno a abandonar esta identificación y a defenderse de esta transferencia fuerte, puede decirse que se ha conseguido elevar a la personalidad a un nivel superior. Quisiera explicarles brevemente algunos descubrimientos suplementarios a los que nos conducen esta serie de observaciones. Sabemos desde hace tiempo que el amor forzado, lo mismo que las medidas punitivas insoportables, tienen un efecto de fijación. Posiblemente es más fácil comprender esta reacción en apariencia insólita, refiriéndonos a lo que acabamos de decir. Los delitos que el niño comete, como si jugara, son llevados a la realidad por los castigos pasionales que reciben de los adultos curiosos, encolerizados, lo que supone para un niño hasta entonces no culpable, todas las consecuencias de la depresión. Un examen detallado de los procesos del trance analítico, nos enseña que no existe choque ni temor sin un anuncio de la división de la personalidad. La personalidad regresa hacia una beatitud pretraumática, intenta creer que nada ha sucedido, y esto no sorprenderá a ningún analista. Es más extraño ver operar, durante la identificación, un segundo mecanismo del que yo, al menos, sabía bien poco. Deseo hablar de la eclosión repentina y sorprendente, como surgida tras un golpe de varita mágica, de las nuevas facultades que aparecen a consecuencia de un choque. Esto hace pensar en los juegos de prestidigitación de los faquires quienes, a partir de una semilla, hacen crecer ante nuestros ojos una planta con sus hojas, su tallo y sus flores. Un enorme sufrimiento y, sobre todo, la angustia de la muerte, parecen tener el poder de despertar y de activar súbitamente determinadas disposiciones latentes, aún no desarrolladas, que aguardan su maduración en absoluta quietud. El niño que ha sufrido una agresión sexual puede desplegar repentinamente, bajo la presión de la urgencia traumática, todas las emociones de un adulto maduro, las facultades potenciales para el matrimonio, la paternidad o la maternidad, facultades que se hallan virtualmente preformadas en él. Puede entonces hablarse simplemente, oponiéndola a la regresión a la que tan a menudo nos referimos, de progresión traumática, (patológica) o de premaduración (patológica). Podemos pensar en los frutos que maduran enseguida cuando los hiere el pico de un pájaro, y también en la temprana madurez de un fruto agusanado.
En el plano no sólo emocional sino también intelectual, el choque puede permitir a una parte de la persona madurar súbitamente. Les recordaré el sueño típico del “bebé sabio” que aislé hace tantos años, en el que un recién nacido, un niño todavía en su cuna, se pone a hablar súbitamente e incluso enseña con sabiduría a toda su familia. El miedo ante los adultos exaltados, locos en cierto modo, transforma por así decir al niño en psiquiatra; para protegerse del peligro que representan los adultos sin control, tiene que identificarse completamente con ellos. Es increíble lo que podemos aprender de nuestros “niños sabios”, los neuróticos.
Si los choques se suceden durante el desarrollo, el número y la variedad de los fragmentos divididos aumenta, y se nos hace difícil mantener el contacto con ellos, sin caer en la confusión, ya que se comportan como personalidades distintas que no se conocen entre sí. Esto puede determinar un estado que se designaría atomización, si no se admite la imagen de la fragmentación; y es necesario mucho optimismo para no arredrarse frente a tal estado. Espero sin embargo que puedan hallarse caminos para unir entre sí los diversos fragmentos resultantes.
Al lado del amor apasionado y de los castigos pasionales, existe un tercer medio de dominar a un niño, y es el terrorismo del sufrimiento. Los niños se ven obligados a soportar todo tipo de conflictos familiares y llevan sobre sus débiles espaldas el pesado fardo de los restantes miembros de la familia. No lo hacen puro desinterés, sino para poder disfrutar nuevamente de la paz desaparecida y de la ternura que se deriva de ella. Una madre que se lamenta continuamente de sus sufrimientos puede transformar a su hijo en una ayuda cuidadosa, es decir convertirlo en un verdadero sustituto maternal, sin tener en cuenta los intereses del niño.
Si todo esto se confirmara, nos veríamos obligados a revisar algunos capítulos de la teoría sexual y genital. Por ejemplo, las perversiones no son infantiles más que si permanecen en el ámbito de la ternura; cuando se cargan de pasión y de culpabilidad conscientes, testimonian posiblemente una estimulación exógena, y una exageración neurótica secundaria. En mi propia teoría de la genitalidad yo no había tenido en cuenta hasta ahora la diferencia entre la fase de la ternura y la fase de la pasión. ¿Qué parte de sadomasoquismo está condicionada por la cultura (es decir nace del sentimiento de culpabilidad introyectado) en la sexualidad de nuestra época, y qué parte, mantenida autóctona, se desarrolla como una fase de organización propia? Esto se aclarará posteriores investigaciones.
Me sentiría dichoso si ustedes consiguieran verificar todo esto en el plano de la práctica y en el plano de la reflexión; también me agradaría que a partir de ahora concedieran más importancia a la manera de pensar y de hablar de sus niños, de sus pacientes y de sus alumnos, tras los cuales se ocultan críticas, de forma que pudieran aclarar la confusión de lenguas y aprovecharan la ocasión para aprender cosas.
Post- Scriptum. Esta serie de reflexiones sólo ha tratado de abordar de forma descriptiva lo que hay de tierno en el erotismo infantil y lo que hay de apasionado en el erotismo adulto; deja en suspenso el problema de la esencia misma de su diferencia. El psicoanálisis puede mantener el concepto cartesiano que convierte a las pasiones en producto del sufrimiento, pero posiblemente pueda también responder a la cuestión de saber lo que introduce, en la satisfacción lúdica de la ternura, el elemento de sufrimiento, o sea el sadomasoquismo. Estas contradicciones nos hacen presentir entre otras cosas que, en el erotismo del adulto, el sentimiento de culpabilidad transforma el objeto amoroso en un objeto de odio y de afección, es decir en un objeto ambivalente. Esta dualidad falta aún en el niño en el estadio de la ternura, y es justamente este odio el que sorprende, espanta y traumatiza al niño amado por un adulto. Este odio transforma a un ser que juega espontáneamente, con la mayor inocencia, en un autómata, culpable del amor, que, imitando ansiosamente al adulto, se olvida de sí mismo. Este sentimiento de culpabilidad y el odio contra el seductor es el que confiere a las relaciones amorosas de los adultos el aspecto de una lucha terrible para el niño, escena primitiva que termina en el momento del orgasmo; el erotismo infantil, en ausencia de la “lucha de sexo”, permanece al nivel de los juegos sexuales preliminares, y no conoce otras satisfacciones que las de la saciedad, siendo para él ajenas las que proporciona el sentimiento de anulación del orgasmo. La teoría de la genitalidad que trata de dar una explicación de orden filogenético a la lucha de sexos, tendrá que tener en cuenta esta diferencia entre las satisfacciones eróticas infantiles y el amor, impregnado de odio, de la copulación del adulto.

25 ago 2009

5° Encuentro. Multiplicidades. Psicoanálisis en Interfase.

En razón de haberse suspendido el 3° encuentro que iba a realizarse el 04 de julio del corriente año, por la declaración de emergencia sanitaria en la provincia, es que el mismo se realizará el día 05 de setiembre en el Aula Magna del Hospital de Salud Mental "San Francisco de Asís".
El argumento y la bibliografía son los mismos que figuraban para ese encuentro.

4° Encuentro: Gilles Vanhove y Anne-Marie Vanhove en Corrientes

El 31 de julio y 1 de agosto, tal lo anunciado, se llevó a cabo el cuarto encuentro de Multiplicidades. Psicoanálisis en Interfase.









La traducción estuvo a cargo de Viviana Acevedo y Alicia Larramendy







Con muy buena concurrencia de público los encuentros se realizaron en el Aula Magna del Instituto de Cardiología de Corrientes.






















23 jun 2009

3er Encuentro: Imágenes Proyectadas



Laura Grand Miraglio y Alicia Larramendy


Al desestabilizar ese fondo homogéneo e inmóvil, tranquilizador pero al mismo tiempo productor de malestar, que caracteriza a las representaciones de lo que se llama “cronicidad” en la locura, surgen figuras singulares, heterogéneas y móviles que nos convocan en su danza.

Para Átomos y par Laura eso ocurrió a partir de que se equiparon con ese aparato llamado Taller de plástica. Un aparato, es para Jean Luis Déotte un agenciamiento de heterogeneidades que brinda en un momento dado la posibilidad de aparecer de los acontecimientos. El psicoanálisis está incluido dentro de su lista de aparatos proyectivos de los que se sirve nuestra época, además del cine, la fotografía, el video, el museo, etc.

Surgieron así del fondo de la cronicidad un método y las imágenes proyectadas, perturbadoras, que asustan, proyección de imágenes que no es a leer e interpretar, sino que tiene autonomía en sí misma y en la configuración de un mundo donde la existencia es posible. Mundo que implica un estar juntos y al mismo tiempo la singularidad, cualquiera sea.


Bibliografía
* DELEUZE Gilles, (1995) “Conversaciones 1972-1990”, PRE-textos Ediciones, Valencia, España http://www.bibliotheka.org/?/ver/3157
* DELEUZE Gilles, (1996) “Crítica y Clínica”, Editorial Anagrama, Barcelona. http://www.bibliotheka.org/?/ver/3159
* GUATTARI Félix, (1992) “Caosmosis”, Ediciones Manantiales, Buenos Aires, Argentina.
* OURY Jean, (1976) “La « menthe à l’eau, Notas de la revista Recherches Nº 21, abril de 1976, Historias de La Borde. http://cid-fcdadda2d54f9453.skydrive.live.com/self.aspx/Bibliograf%c3%ada.%20Multiplicidades.%20Psicoan%c3%a1lisis%20en%20Interfase/La%7C_menthe[1].%7C_.doc
* OURY Jean (1998), “Libertad de circulación y espacios del decir”, “Conferencia en Tours el 16 de mayo de 1998.” Trad. César Covacevich Vásquez.
http://www.topia.com.ar/articulos/36oury.htm
* Jean-Luis Déotte: A propósito de Appareil, presentación de la revista Appareil. Traducción para uso de los participantes a Multiplicidades. Psicoanálisis en interface. 2009. http://cid-fcdadda2d54f9453.skydrive.live.com/self.aspx/Bibliograf%c3%ada.%20Multiplicidades.%20Psicoan%c3%a1lisis%20en%20Interfase/JEAN.doc
* Jean-Hugues Barthélémy : Editorial del 1º número de la revista Appareil, Le milieu des appareils. http://cid-fcdadda2d54f9453.skydrive.live.com/self.aspx/Bibliograf%c3%ada.%20Multiplicidades.%20Psicoan%c3%a1lisis%20en%20Interfase/JEAN1.doc
Traducción para uso de los participantes a Multiplicidades. Psicoanálisis en interface. 2009.



Fecha y horario: Sábado 4 de julio de 2009, de 9:00hs a 14:00hs.
Lugar: Salón Auditorium del Instituto de Cardiología, Bolivar 1334, Corrientes
Aranceles: Estudiantes $40- Profesionales $60

Auspiciado por:
Ministerio de Salud Pública de la Provincia de Corrientes
Dirección de Salud Mental de la Provincia de Corrientes
Facultad de Medicina de la U.N.N.E.
Universidad de la Cuenca del Plata
Instituto Superior Semper

Certificados

Informes e Incripción:
Of. de Administración del Hospital de Salud Mental “San Francisco de Asís”.
Sra. Romina Tribia o Sra. Verónica Estigarribia de 8:00hs a 12:00hs.
Dirección: Vélez Sardfield 99.
Tel.:03783-426996
Mail: psichospital@yahoo.com.ar

CUPOS LIMITADOS

Invitados de Francia en Multiplicidades. Psicoanálisis en interface. 2009

Multiplicidades. Psicoanálisis en interface. 2009

“Las promesas de la precariedad”

Espacio-tiempo coordinado por Alicia Larramendy
Organizado por Alicia Larramendy, Servicio de Psicología del Hospital de Salud Mental “San Francisco.de Asís” y algunos otros


Disertantes Invitados al 4to Encuentro

Anne-Marie Vanhove. Psicoanalista. Miembro de la Ecole Lacanienne de Psychanalyse y de Clinic Zones
Hospital Psiquiátrico Barthélémy Durand. París, Francia.
Gilles Vanhove . Psicoanalista. Hospital Psiquiátrico de los Murets, en La Queue en Brie. París, Francia.





¿Que es ser contemporáneo? se pregunta Georgio Agamben e intenta aproximarse a una respuesta que toca de cerca al psicoanálisis. La contemporaneidad sería una relación singular con el propio tiempo. El contemporáneo tiene la mirada fija en su tiempo pero a través de un desfase y anacronismo, lo que le permite percibir no sus luces sino sus sombras, y de ese modo es quien escribe humedeciendo la pluma en la tiniebla del presente. De nuestra capacidad de prestar oídos a esa exigencia y a esa sombra, de ser contemporáneos no sólo de nuestro siglo y del "ahora", sino también de sus figuras en los textos y los documentos del pasado, dependerán el éxito o el fracaso de nuestro seminario.
Los tiempos mezclados, las tinieblas del presente, las figuras del pasado que se actualizan, los anacronismos constituyeron fuertes interrogantes para Sigmund Freud desde un inicio.
Acercarnos a los textos y documentos, así como las obras de arte, el cine, la poesía, de esa manera, nos permitirá quizás cuestionar y erosionar las frases hechas que, de tan repetidas, son o vaciadas de sentido o cargadas de un significado único y absoluto, inapelable, los clichés que según Hanna Arendt proporcionan una extraordinaria sensación de alivio cada vez que se los pronuncia, porque justamente no abren a ningún impensado, a ninguna sombra.
Sus propuestas de leer el estado actual de la psiquiatría en Francia, en épocas de un neoliberalismo que “naturaliza” tantas cosas; de acercarnos a la respuesta de la argentino-francesa Julieta Hanono, desaparecida por un período de tiempo durante la dictadura militar, ante la pregunta: ¿La locura es el único recurso para no callar lo que no se puede decir?: Podemos evitar la muerte y la locura si hacemos de la existencia un arte; y las operaciones de identificación-desidentificación del artista plástico afro-estadounidense Jean-Luis Basquiat, nos llevaron a invitar a tomar la palabra en el espacio-tiempo Multiplicidades. Psicoanálisis en interfase. 2009, a Anne-Marie Vanhove y a Gilles Vanhove.

Alicia Larramendy







Anne-Marie Vanhove: "Tiempos mezclados-Producir las huellas de la desaparición - EL POZO"
Dos propuestas de Jean-Louis Déotte, y el hecho de que estuviera por viajar a la Argentina me condujeron a un encuentro con Julieta Hanono. La primera es que nuestra época puede ser llamada la era de la desaparición. La segunda es que toda época produce sus aparatos como condición de posibilidad para hacer aparecer los acontecimientos, y lo propio de la nuestra son los aparatos proyectivos: fotografía, cine, video, psicoanálisis, museo, etc.
Julieta Hanono, artista argentino-francesa que, detenida en 1977, estuvo desaparecida, volvió en el 2004 a los lugares de su desaparición y realizó el video El Pozo, que tuvo a bien prestarme para que viéramos juntos. Para ella la locura no es el único recurso para no callar lo que no se puede decir, no, “podemos evitar la muerte y la locura si hacemos de la existencia un arte”, dice tomando a su cuenta a Deleuze citando a Foucault en Porparleurs.
Pudo volver al Pozo gracias, dice, a un cambio en su real, lo que fue posible a partir de su partida a Francia y del comienzo de un psicoanálisis. Un análisis hecho en la lengua francesa que le permitió tomar distancia con su lengua materna, estar separada, lejos de su pasado y poder crear otra lengua. Y de esa manera volver sobre su historia a partir de otra posición, no de manera testimonial, sino a partir de la creación de una obra.
Pero además le fue necesario estar provista de un aparato para poner su cuerpo en El Pozo. Las imágenes producidas con su aparato de video le permitirían volver a tejer los lazos entre ese lugar, verdadero estado de excepción, y su propio interior perdido.
Es a partir de Julieta Hanono que Jean-Louis Déotte va a hablar del psicoanálisis como de un aparato técnico completo que implica una cierta configuración del acontecimiento, una cierta determinación del esquema de comunicación tal que se puede decir que la palabra del analizante es opuesta al régimen de la narración, un tratamiento del espacio, una concepción del tiempo, etc.

Algunos elementos bibliográficos
* Jean-Louis Déotte: El arte en la época de la desaparición, en “Políticas y estéticas de la memoria”. Nelly Richard/Editora. Editorial Cuarto Propio
http://books.google.com.ar/books?id=7mmtrnDC91wC&pg=PA149&lpg=PA149&dq=Jean+Louis+D%C3%A9otte&source=bl&ots=iti6t3ey52&sig=kg3EkYetugpk8bSrswGsHZZwauE&hl=es&ei=t_wfSt_uIZqclQeu-MSdBQ&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=5
* Jean-Luis Déotte: A propósito de Appareil, presentación de la revista Appareil. Traducción para uso de los participantes a Multiplicidades. Psicoanálisis en interface. 2009. http://cid-fcdadda2d54f9453.skydrive.live.com/self.aspx/Bibliograf%c3%ada.%20Multiplicidades.%20Psicoan%c3%a1lisis%20en%20Interfase/JEAN.doc?ccr=971
* Jean-Hugues Barthélémy : Editorial del 1º número de la revista Appareil, Le milieu des appareils. http://cid-fcdadda2d54f9453.skydrive.live.com/self.aspx/Bibliograf%c3%ada.%20Multiplicidades.%20Psicoan%c3%a1lisis%20en%20Interfase/JEAN1.doc?ccr=7620. Traducción para uso de los participantes a Multiplicidades. Psicoanálisis en interface. 2009.
* Julieta Hanono: Entrevista.
http://defotoarte.wordpress.com/2006/06/29/entrevista-a-la-pintora-dibujante-grabadora-y-videasta-argentina-julieta-hanono-en-la-habana-como-parte-del-proyecto-miradas-de-mujer/
* Marie-Monique Robin: Escuadrones de la muerte. La escuela francesa, Sudamericana, 2005.
* Giorgio Agamben: Paradoja del tiempo que se escabulle, Revista Ñ, 21-3-09.





Gilles Vanhove - "Psiquiatría y vida social"
Se puede considerar que en Francia el fundador de la psiquiatría fue Philippe Pinel (1745-1826). Se le atribuye haber liberado a los alienados de sus cadenas pero es en particular el autor de un cierto número de textos fundadores, especialmente la segunda edición del Tratado médico filosófico sobre la alienación cuyo párrafo 191 sostiene que los alienados, lejos de ser culpables que hay que castigar, son enfermos cuyo penoso estado merece todos la atención debida a la humanidad sufriente, y respecto de los cuales se debe buscar por los medios más simples restablecer su razón perdida. La segunda versión del Tratado médico filosófico de Pinel fue escrito unos años después de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de agosto de 1975. Me propongo mostrar que hay allí mucho más que una simple coincidencia: la manera en que una sociedad trata a sus miembros que están en los márgenes (prisioneros, enfermos mentales, excluidos económicamente, por razones de sexo, raza o nacionalidad) da cuenta de la calidad del tejido social.
Así, luego de la segunda guerra mundial, inspirándose en lo movimientos de resistencia al nazismo, los psiquiatras franceses inventaron la política de sectorización a fin de organizar la atención ambulatoria de los llamados enfermos mentales crónicos fuera de los muros de los asilos. Ese movimiento innovador quería dar lugar a que aquellos que se consideraba locos pudieran formar parte de la vida de la sociedad y a la par y en el mismo movimiento, producir un efecto transformador de esa sociedad.
Por el contrario, desde los años 80 en Francia asistimos a un reflujo que toma ahora la forma, con la política neoliberal de Nicolas Sarkozy, de una destrucción de todo lo que constituía la originalidad y la calidad del movimiento psiquiátrico francés. Veremos los lazos entre esta política y las declaraciones demagógicas del presidente francés que presenta a los enfermos mentales como criminales potenciales haciéndonos dar un salto hacia atrás, social y político, de más de 200 años.

Algunos elementos bibliográficos
* Alice Ricciardi von Platen : Prólogo en Alice Platen Hallermund: Exterminio de enfermos mentales en la Alemania nazi, Nueva Visión, 2007.
* Pinel, Philippe, Tratado médico filosófico de la enajenación mental o manía, Ediciones Nieva, Madrid 1988.
* Michel Foucault, Los anormales, Curso en el Collège de France 1974 – 1975,Fondo de Cultura Económica.




Anne-Marie Vanhove: "La desidentificación como estrategia de sobrevivencia"

Seguiremos los trabajos de José Esteban Muñoz sobre la desidentificación de la sombra y la melancolía de la raza a través de la amistad Wahrol-Baquiat. Andy Wahrol se enfrentó con la homofobia, y Jean-Michel Basquiat con el racismo en los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX. La amistad entre ambos estuvo enlazada a sus producciones y a procesos de identificación-desidentificación múltiples.
Basquiat formó parte de las minorías que logran dominar diversas formas de resistencia cultural, que los jóvenes negros se ven obligados a negociar en la sociedad estadounidense. Él se interroga a lo largo de su obra sobre el constante fenómeno de anulación, de negación del derecho a la acción o a la singularidad que amenaza a toda persona de color, de origen antillano americano, de lengua española, y además artista.
Veremos como algunas de las obras de Basquiat, como la pintura Riding with Death (Cabalgando con la muerte) de 1988, tienen una función compleja de desidentificación en la cual la opresión, la vergüenza y a veces influencias culturales peligrosas, son fuerzas encorporadas, mediatizadas y transfiguradas.

Algunos elementos bibliográficos
* Libros varios sobre Andy Warhol y Jean Michel Basquiat y sus obras.
* Sigmund Freud, Duelo y melancolía, Ed Amorrortu.
* Judith Butler, Vida Precaria. El poder del duelo y la violencia, Ed. Espacios del saber.
* Judith Butler, Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción, Ed. Cátedra, Madrid, 2001.
* Jacques Lacan, Seminario La transferencia, sesión del 28/6/1961
* Jaques Lacan, Seminario La Angustia, sesión del 16/1/1963
* José Esteban Muñoz, Famous and Dandy Like B. 'n' Andy: Race, Pop, and Basquiat. DISIDENTIFYING IN THE DARK en Pop Out: Queer Warhol, Jennifer Doyle, Jonathan Flatley, and
José Esteban Muñoz eds. (1996). Durham: Duke University Press.



Anne-Marie Vanhove
Psicoanalista. Miembro de la Ecole Lacanienne de Psychanalyse. Forma parte de Clinic Zones
Actualmente trabaja en un sector de psiquiatría para adultos como responsable de la formación de los pasantes estudiantes de psicología en el servicio al que pertenece, en Hospital Psiquiátrico Barthélémy Durand, en la ciudad de Etampes, en las afueras de París; coordina un grupo de palabra semanal -“Ensoñación y construcción”- con los pacientes hospitalizados en el mismo y el resto del personal; coordina un grupo semanal de clínica con los psiquiatras, enfermeros y pasantes de la unidad.
Recibe en los consultorios externos en el centro médico-psicológico dependiente del hospital; y realiza la supervisión psicoanalítica del equipo de enfermeras del centro encargadas de seguir a los pacientes luego de su externación.

Gilles Vanhove
Psicoanalista
Entre 1971 y 1978 partcipó en la creación y en la experiencia de la Escuela experimental de Bonneuil bajo la dirección de Maud Mannoni que luego será un Hospital de Día. Se trata de un lugar innovador para la época que se situaba en el movimiento de la antipsiquiatría y que se proponía como un lugar de vida para niños psicóticos y autistas.
Actualmente trabaja en el tercer sector del Hospital Psiquiátrico de los Murets, en La Queue en Brie, en los alrededores de París.




FECHA
Viernes 31 de julio de 17:00hs a 20:00hs y
Sábado 1 de agosto de 9:30hs a 12:30hs y de 14:30hs a 17:30hs

LUGAR
Salón Auditorium del HOSPITAL ESCUELA "Gral. José de San Martín", Calle Rivadavia 1250, Ciudad de Corrientes Capital.

ARANCELES
Hasta el 10 de julio: Profesionales $120 - Estudiantes $80
Luego del 10 de julio: Profesionales $150 – Estudiantes $110

Informes e Incripción:
Of. de Administración del Hospital de Salud Mental “San Francisco de Asís”.
Sra. Romina Tribia o Sra. Verónica Estigarribia de 8:00hs a 12:00hs.
Dirección: Vélez Sardfield 99. Tel.:03783-426996
Mail: psichospital@yahoo.com.ar

CUPOS LIMITADOS

Auspiciado por:
Ministerio de Salud Pública de la Provincia de Corrientes
Dirección de Salud Mental de la Provincia de Corrientes
Facultad de Medicina de la U.N.N.E.
Universidad de la Cuenca del Plata
Instituto Superior Semper

Certificados

30 may 2009

De la captura a la capturación

De la captura a la capturación



Laura Grand Miraglio, Martín Montiel, Alicia Larramendy



Para poder crear en pintura, el pintor inglés Francis Bacon tenía primero que borrar los clisés que nos esperan, envuelven y capturan.



De igual forma, introducir en un hospital algo de la institución en el sentido de Jean Oury y Felix Guattari, es imposible sin borrar, cuestionar, desestabilizar las representaciones sociales -de la locura, de lo normal y lo patológico, de las jerarquías, de lo qu está establecido que debe hacerse, etc.- que se van sedimentando en él y que nos capturan cuando vienen a tranquilizarnos frente a la angustia que el concernimiento con el loco despierta, como les decía Jacques Lacan a los psiquiatras por el año 1967.


Cuando eso se logra, de ese fondo homogéneo e inmóvil que caracteriza a las representaciones de lo que se llama “la cronicidad”, surgen figuras singulares, heterogéneas y móviles que nos convocan en su danza.










Bibliografía
Deleuze Gilles, (1995) “Conversaciones 1972-1990”, PRE-textos Ediciones, Valencia, España
Deleuze Gilles, (1996) “Crítica y Clínica”, Editorial Anagrama, Barcelona.
Arendt Hannah, (2001) “Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal”, Lumen, Madrid.
Guattari Félix, (1992) “Caosmosis”, Ediciones Manantiales, Buenos Aires, Argentina.
Oury Jean, (1976) “La « menthe à l’eau, Notas de la revista Recherches Nº 21, abril de 1976, Historias de La Borde.
Oury Jean (1998), “Libertad de circulación y espacios del decir”, “Conferencia en Tours el 16 de mayo de 1998.” Trad. César Covacevich Vásquez. http://www.topia.com.ar/articulos/36oury.htm

15 may 2009

Judith Butler en Buenos Aires

Judith Butler, cuyos textos están en la bibliografía sugerida para los encuentros de este año, estuvo en Buenos Aires. Dictó un curso en la UBA y dió una conferencia en la Feria del Libro. Aquí la recopilación de dos entrevistas realizadas con ella. Una del suplemento Ñ del diario Clarín y otro del suplemento Soy del diario Página 12...





Cómo hacer cosas con el género
La intelectual feminista estadounidense Judith Butler dictó un curso en la UBA y dio una conferencia en la Feria del Libro. Ñ siguió por esos derroteros a la autora de "¿Quién le canta al Estado-Nación?", la que se despachó contra el matrimonio gay.
Por: Leonor Silvestri


Es difícil dimensionar en vida qué le dejará a sus sucesores un filósofo: ¿herramientas? ¿cambios de paradigma? ¿profundizará la labor de un pensador previo? Quizás esta máxima también aplique a Judith Butler, encargada de la última revolución en los estudios de género, esa especie de bolsa de gatos, donde los debates suelen tornarse maniqueos bajo el imperio de "lo políticamente correcto" y cuestiones delicadas no pueden salirse de "o conmigo o contra mí". Encargada de hacer implotar esa lógica, Butler, aun hoy demasiado ausente de las currículas académicas de esta región y técnicamente profesora de retórica y literatura comparada, señaló las exclusiones producidas por las políticas mismas de identidad y la necesidad de adoptar una postura estratégica acerca de quién es el sujeto del feminismo, movimiento del cual ella se encarga de aclarar siempre sigue siendo parte.
Como si lo anterior no alcanzara para llegar al podio, Butler desarrolló una compleja y original teoría, a partir del deconstructivismo de Derrida y de la lingüística de Austin, para demostrar cómo el "sexo" es en realidad creado por el género, una suerte de encarnación construida por la reiteración en el tiempo y el espacio, y que la sexualidad no se desprende de ninguna de las dos categorías anteriores invirtiendo en ese gesto la ecuación hasta ese momento conocida. Y desde ese, su gran aporte, tal vez con menor efectividad teórica, Butler intenta deslizarse hacia los primeros puestos de la filosofía política, donde se encuentran sus amigos Zizek o Laclau.
El tan ansiado paso de la estrella de los estudios de género por nuestro país también generó una especie de frenesí intelectual en sus tres apariciones públicas (dos clases en un seminario de doctorado a cargo de Leticia Sabsay en la UBA y una conferencia en la Feria del Libro, presentando su último libro publicado en Argentina), semejante al fanatismo que despertaron sus compañeros de hotel, la banda de rock finlandesa Rasmus, y con estudiantes e interesados que en muchos casos se parecían a las tribus urbanas que frecuentan las bandas: conflictos de todo tipo y acusaciones de falta de transparencia para inscribirse a su curso de doctorado, resquemores por ingresar en un aula repleta y demasiado pequeña (y calurosa), una larga cola para su conferencia de la Feria del Libro para obtener los mejores lugares, o las reuniones "secretas" con activistas. Butler (cuyos estudiantes en los 90 publicaban un fanzine en su honor: Judy!) despierta pasiones –si bien no de multitudes– y, pese a la opacidad de sus textos, que reclaman un intenso trabajo por parte de quien lee, sus clases son amenas y llevaderas. Se negará a que la entrevista sea tal en el sentido estricto del término, prefiere llamarla "una charla" y se despierta ante "las críticas" después de agotadores días de intenso trabajo y acoso de fans.

Tanto en su último libro como en "Vida Precaria", trabaja sobre la idea de lo que hace a algunos individuos más humanos que otros , y por ende, más legítimos. ¿Cómo opera este fenómeno?

A través de algo que llamo matrices de inteligibilidad, que nos permiten reconocer a ciertos individuos pero no a otros. Por inteligibilidad entiendo la capacidad de un ser humano de ser leído y reconocido en el tiempo y el espacio social en relación a otros donde se puede generar, al mismo tiempo, exclusión, rechazo y abyección. La matriz dicta qué vidas son "humanas" o pueden ser reconocidas como "humanas" por raza, clase, nacionalidad, género y sexualidad. ¿Bajo qué condiciones algunas pérdidas son pérdidas y otras no, o directamente no son consideradas? Esta pregunta es un desarrollo que comencé en 1996, durante la crisis del sida en EE.UU. La expresión pública de duelo por esas pérdidas, sobre las que se cernían estigmas por su supuesta conducta, era una forma de afirmar que esas sexualidades también debían ser honradas. Luego, en 2001, durante el régimen Bush, caí en la cuenta de que parecía que sólo algunas vidas que se perdieron podían ser lamentadas de manera pública, mientras que otras eran indiferentes. O, por dar un ejemplo concreto en términos legales, y siguiendo a Angela Davis, si pensamos que en los EE.UU., el grueso de la población carcelaria es negra, parece que estamos ante un retorno a la esclavitud; o sin ir más lejos la base militar de Guantánamo y sus prisioneros. Aunque Obama prometió cerrarla, pero ahora no está tan seguro...

¿Votó a Obama?

Lo voté sin ningún entusiasmo, críticamente, y lamento que la izquierda en EE.UU. crea que las democracias liberales representativas, es decir las elecciones, forman parte de su propuesta militante. Pero era la única alternativa, y prefiero criticarlo a él, elegí a quién criticar. No me importa ensuciarme las manos con el voto. Es como la cuestión del matrimonio gay, un movimiento muy conservador de hecho, puesto que concibe un universo monógamo, binario, propietario, y de inclusión a la clase media; pero necesito que sea legal, así puedo combatirlo, porque si ahora lo combato estoy con la derecha.¿Cómo se sale de ese atolladero del progresismo políticamente correcto?En principio, la no discriminación y la igualdad no son los únicos dos argumentos de la política. La pregunta debería ser por qué el matrimonio gay es el centro del debate y la lucha del movimiento de gays y lesbianas, cuando hay tantos otros temas principales (la violencia contra la gente transexual y transgénero, el suicidio entre jóvenes GLTB –Gay, Lesbiana, Trans, Bisexual–, envejecer fuera de los parámetros de la familia nuclear y no tener apoyo). En términos de igualdad y anti-discriminación habría que apoyarlo, pero si se convierte en la única manera de entender los vínculos personales y la relación social más importante, estoy en contra. Por eso, nunca tomaré posición pública apoyando ni a Obama ni al matrimonio gay. De todas formas, me siento una especie de anarquista, o al menos me gusta saber que cierta parte del anarquismo me usa y usan mis ideas. (Risas).

O sea, sostiene la idea de que se puede elegir, ¿eso no llevaría a la cuestión de la autonomía del sujeto?

Ese es un desarrollo de mi libro Deshacer el género. Depende de qué esperemos del concepto de autonomía ¿Queremos todavía ser libres de poder hacer algo? La autonomía no es individual y debe diferenciarse del individualismo. Creo que podemos tener la capacidad de auto-determinarnos y auto-gobernarnos como para las relaciones sociales o para el apoyo de las acciones colectivas que ofrezcan una dependencia mutua sustentable. Para ser autó-nomos hay que ser primero heteró-nomos. Le temo a las posiciones que quieren retornar a un individualismo metafísico. Creo que no existe "la elección real". Por ejemplo, quienes eligen modificar su género, eligen dentro de ciertas normas, incluso quedarse dentro de cierto género puede tener que ver con "elegir" tener una vida más fácil de vivir. Pero no creo que haya un "Yo" que emerja, son siempre decisiones condicionadas por normas sociales previas a nosotros. La noción de "elección real" es opresiva porque todos fallamos, nadie puede estar a la altura de tamaña expectativa. Puedo creer que la sociedad no actúa sobre mí cuando elijo, pero esa elección no es autónoma. Dependemos socialmente del medio en el que fuimos formados, no creo que podamos abandonar la sociedad e imaginarnos agentes puros de elección. Autónomo es una palabra demasiado fuerte, porque no soy la base de mi acción, ni soy sujeto soberano.

¿Es posible seguir organizándose alrededor de la categoría "mujer"?

La idea de que debemos unirnos por compartir un género específico no tiene sentido para mí. Las identidades son siempre un error. Me interesan las propuestas que tienen que ver con la discriminación basada en normas de género. Debemos alienarnos con personas con las que compartimos objetivos, no con personas con las que compartimos el género, en especial en lo que refiere a la igualdad; por ejemplo, los movimientos anti-discriminación y de trabajadores, incluso aunque haya cierto agonismo. Es un error terrible alinearse en la lucha solo en base al género porque además, en cualquier movimiento, siempre hay gente que no es tan radical, incluso feministas sin análisis sobre el racismo o la clase.

O con un atraso importante con respecto al trabajo sexual, o a la pornografía...

Personalmente no tengo objeciones morales con respecto a la pornografía, del mismo modo que creo que el trabajo sexual es trabajo. Me gustaría que la pornografía tuviera mejores tramas, fuera más experimental. También me gustaría que la gente que trabaja en esa industria tuviera las mismas condiciones laborales que cualquier otro trabajador o trabajadora: protección legal, seguro médico, vacaciones, etc. Me opongo a la pornografía en la medida en la que me opondría a una fábrica que explote a sus empleados.

¿En resumidas cuentas, nada hay absoluto o a priori?

El derecho a vivir es un derecho absoluto, nadie vivo tiene más derecho a vivir que otra persona viviente. Puede haber todo tipo de dinámicas y desequilibrios, pero el derecho a vivir es la única precondición que reconozco. Lo pienso en el sentido de Theodore Adorno, que no manejaba principios absolutos, y cuya pregunta es cómo vivir responsablemente en este mal mundo, y me parece que eso no se puede contestar sin estar críticamente involucrada. O el duelo, que es también una precondición de la vida, de todas las vidas humanas. Es decir, una re-elaboración del derecho a tener derechos de Hanna Arendt, el derecho a pertenecer a la humanidad, pero en el sentido de ejercer un derecho que no ha sido otorgado, como en el caso del canto de los inmigrantes ilegales de 2006, que también sirva para pensar por fuera y mas allá de un rebrote de patriotismo nacionalista.
De todas las respuestas que Butler ofreció a los y las estudiantes que a empellones se abrieron paso para estar cerca del "ídolo", hay una acerca de la aplicación de la teoría que pinta a Butler de cuerpo entero como la filósofa de la libertad más importante después de Hannah Arendt y que responde contundentemente a las críticas que algunas de sus compatriotas, como Nancy Fraser o Seyla Benhabib, le han hecho: "La teoría no es para aplicar porque no es un set abstracto de prescripciones sino una forma de articular posibilidades, con una posición histórica. No te dice qué hacer, sino que trata de abrir posibilidades para hacer cosas y en un mundo que cierra es importante abrir. La teoría siempre es insuficiente, debe ser retomada y ser usada en diferentes contextos y convertirse en otra cosa. Escribo desde una perspectiva histórica específica, pero cuando la teoría deja su contexto de producción y va a otro contexto de análisis y sus debilidades se vuelven visibles y fortalezas inusitadas hacen su aparición, realmente siento que fue exitosa, y por eso sostengo la intención autorial no es importante. Lo que importa es cuando pasa algo con la teoría que nunca me hubiera esperado. Entonces yo recibo a cambio un regalo".


SOY
VIERNES, 8 DE MAYO DE 2009

Judith Butler para principiantes
Judith Butler es la autora de uno de los libros más influyentes del pensamiento contemporáneo, El género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad, donde ya en los años noventa ponía en jaque la idea de que el sexo es algo natural mientras el género se construye socialmente. Sus trabajos filosóficos, complejos y muy difíciles de divulgar sin desvirtuar, han contribuido a construir lo que hoy se conoce como Teoría Queer y tuvieron un papel fundacional en el desarrollo del movimiento queer. Esta breve guía se detiene en puntos clave
Por Sebastián Freire

1
Butler y su giro copernicano
Ese giro se produce en torno del género y marcó la evolución de las concepciones que se venían teniendo al respecto dentro del feminismo. Cuando en 1990 publica El género en disputa, las ideas se dividían a grandes rasgos entre las que entendían al género como la interpretación cultural del sexo y aquellas que insistían en la inevitabilidad de la diferencia sexual. Ambas presuponían que el “sexo”, entendido como un elemento tributario de una anatomía que no era cuestionada, era algo “natural”, que no dependía de las configuraciones sociohistóricas.
Butler plantea que el “sexo” entendido como la base material o natural del género, como un concepto sociológico o cultural, es el efecto de una concepción que se da dentro de un sistema social ya marcado por la normativa del género. En otras palabras, que la idea del “sexo” como algo natural se ha configurado dentro de la lógica del binarismo del género.

2
Judith en el principio de los movimientos queer
Este planteamiento, a partir del cual el sexo y el género son radicalmente desencializados, desestabilizó la categoría de “mujer” o “mujeres”, y obligó a la perspectiva feminista a reconcebir sus supuestos, y entender que “las mujeres”, más que un sujeto colectivo dado por hecho, era un significante político. Al mismo tiempo, esta aguda desencialización del género, la idea de que las normas de género funcionan como un dispositivo productor de subjetividad, sirvió de fundamento teórico y dio argumentos y herramientas a una serie de colectivos, catalogados como minorías sexuales, que también, junto a las mujeres, eran (y continúan siendo) excluidos, segregados, discriminados por esta normativa binaria del género. En este sentido, el giro copernicano de Butler ayudó mucho al impulso y la expansión de los movimientos queer, y también trans e intersex.

3
Y el sexo..., ¿dónde está?
La impronta de Michel Foucault, y en particular su trabajo en la Historia de la sexualidad, es evidente. Ahora bien, si en el caso de Foucault el dispositivo de la sexualidad no tiene en cuenta el género, para Butler es esencial. A partir de Butler el género ya no va a ser la expresión de un ser interior o la interpretación de un sexo que estaba ahí, antes del género. Como dice la autora, la estabilidad del género, que es la que vuelve inteligibles a los sujetos en el marco de la heteronormatividad, depende de una alineación entre sexo, género y sexualidad, una alineación ideal que en realidad es cuestionada de forma constante y falla permanentemente.
Es importante insistir en que Butler no quiere decir que el sexo no exista, sino que la idea de un “sexo natural” organizado en base a dos posiciones opuestas y complementarias es un dispositivo mediante el cual el género se ha estabilizado dentro de la matriz heterosexual que caracteriza a nuestras sociedades. Puesto en otros términos, no se trata de que el cuerpo no sea material, no se trata de negar la materia del cuerpo en pos de un constructivismo radical, simplemente se trata de insistir en que no hay acceso directo a esta materialidad del cuerpo si no es a través de un imaginario social: no se puede acceder a la “verdad” o a la “materia” del cuerpo sino a través de los discursos, las prácticas y normas.

4
El género como performance
Antes que una performance, el género sería performativo. Esta diferencia entre pensar al género como una performance y pensar en la dimensión preformativa del género no es trivial. Decir que el género es una performance no es del todo incorrecto, si por ello entendemos que el género es, en efecto, una actuación, un hacer, y no un atributo con el que contarían los sujetos aun antes de su “estar actuando”. Sin embargo, en la medida en que este performar o actuar el género no consiste en una actuación aislada, “un acto” que podamos separar y distinguir en su singular ocurrencia, la idea de performance puede resultar equívoca. Hablar de performatividad del género implica que el género es una actuación reiterada y obligatoria en función de unas normas sociales que nos exceden. La actuación que podamos encarnar con respecto al género estará signada siempre por un sistema de recompensas y castigos. La performatividad del género no es un hecho aislado de su contexto social, es una práctica social, una reiteración continuada y constante en la que la normativa de género se negocia. En la performatividad del género, el sujeto no es el dueño de su género, y no realiza simplemente la “performance” que más le satisface, sino que se ve obligado a “actuar” el género en función de una normativa genérica que promueve y legitima o sanciona y excluye. En esta tensión, la actuación del género que una deviene es el efecto de una negociación con esta normativa.

5
Poderes y políticas
Hablar de género es hablar de relaciones de poder. Hay que tener muy en cuenta que en esta negociación, el no encarnar el género de forma normativa o ideal supone arriesgar la propia posibilidad de ser aceptable para el otro, y no sólo esto, sino también, incluso, supone arriesgar la posibilidad de ser legible como sujeto pleno, o la posibilidad de ser real a los ojos de los otros, y aun más, supone en muchos casos arriesgar la propia vida. En este sentido, la oportunidad política a la que abren los señalamientos de Butler se debe a que si el género no existe por fuera de esta actuación, y las normas del género tampoco son algo distinto que la propia reiteración y actuación de esas mismas normas, esto quiere decir que ellas están siempre sujetas a la resignificación y a la renegociación, abiertas a la transformación social. Estas normas que son encarnadas por los sujetos pueden reproducirse de tal modo que la normas hegemónicas del género queden intactas. Pero también estas normas viven amenazadas por el hecho de que su repetición implique un tipo de actuación que pervierta, debilite o ponga en cuestión esas mismas normas, subvirtiéndolas y transformándolas. Esta inestabilidad constitutiva de las normas es una oportunidad política.

6
La aparición de la homosexualidad
En paralelo con otras autoras que también han revisado el hecho de que las ideas que conlleva el género han sido tributarias de la matriz heterosexual –como por ejemplo Monique Wittig, Adrienne Rich o Gayle Rubin– los planteamientos de Butler apuntan a señalar que los ideales de masculinidad y feminidad han sido configurados como presuntamente heterosexuales. Si desde el esquema freudiano, por ejemplo, se parte de la idea normativa de que la identificación (con un género) se opone y excluye la orientación del deseo (se deseará el género con el cual no nos identificamos) –identificarse como mujer implicaría que el deseo debería orientarse hacia la posición masculina, y viceversa–, Butler planteará que esto no es necesariamente así. (Este es el prejuicio que permite entender el hecho de que históricamente se haya pensado en la idea de que un hombre que desea a otros hombres tenderá a ser necesariamente afeminado, y lo mismo en el caso de las mujeres, que si desean lo femenino, esto deberá asociarse con la identificación con lo masculino)

7
La ley del deseo
Desde el punto de vista de Butler, deseo e identificación no tienen por qué ser mutuamente excluyentes. Y aún más, ni siquiera, ni tampoco, éstos tendrían por qué ser necesariamente unívocos. No hay ninguna razón esencial que justifique que una debe identificarse unívoca e inequívocamente con un género completa y totalmente. Asimismo, tampoco habría ninguna necesidad en que una deba orientar su deseo hacia un género u otro. Tal es el caso por ejemplo de la bisexualidad.
En tanto ideales a los que ningún sujeto puede acceder de forma absoluta, masculinidad y feminidad pueden ser –y de hecho son– distribuidos, encarnados, combinados y resignificados de formas contradictorias y complejas en cada sujeto. Y no hay encarnaciones o actuaciones de la feminidad o de la masculinidad que sean más auténticas que otras, ni más “verdaderas” que otras. Lo que habría, en todo caso, son formas de negociación de estos ideales más sedimentados, y por ende naturalizados o legitimados que otros, lo que consecuentemente los vuelve “más respetables” de acuerdo con un imaginario social que continúa siendo primordialmente heterocéntrico.

Leticia Sabsay. Socióloga (UBA) Doctora por la Universidad de Valencia. Sus temas de investigación abordan la articulación de los conceptos de género, subjetividad y ciudadanía en la teoría feminista contemporánea. Participò con Judith Butler en el dictado del Seminario de doctorado “Performatividad, género y teoría social: la revisión de la categoría de sujeto”, que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

ENTREVISTA
La invención de la palabra
¿Cómo ve el devenir de la potencia de lo que usted llamó la “matriz heterosexual” en las últimas cinco décadas? ¿Qué cambios han ocurrido y a qué cree que se deben?
–Pienso que tenemos que asumir que “la matriz heterosexual” es una manera de intentar describir las cambiantes operaciones de la heterosexualidad hegemónica y obligatoria, y que esta “matriz” no tiene una única formulación. A veces, una construcción teórica como “matriz heterosexual” actúa como punto de partida para un análisis pero no es en sí misma descriptiva. Podríamos hablar sobre cambios producidos en las últimas cinco décadas dentro de ciertos contextos geopolíticos y seguramente notaremos que hay más espacio para otros modos de la sexualidad –gay, lesbiana, bisexual–, pero también tendríamos que advertir los nuevos métodos de normalización que emergieron en las mismas décadas. Lo que podría ser importante de considerar es la manera en que la separación entre reproducción y sexualidad es evidente para gente de cualquier orientación sexual. Aunque también habría que recordar que el funcionamiento de la matriz heterosexual no sólo impone heterosexualidad sino que también controla los términos del género. Por lo tanto, es importante también hacer un seguimiento de cómo los modos de presentación de las cuestiones de género ya no están vinculadas con la orientación sexual de manera clara o previsible. Hay, por supuesto, lugares en el globo donde es más difícil seguir el “progreso”, así que probablemente necesitemos desarrollar un mapa dinámico y complejo para ensayar y pensar más cuidadosamente cuándo y dónde opera la matriz heterosexual.

¿Cómo imagina un futuro donde la norma binaria se haya diluido?
–No es necesario imaginarse un futuro en este sentido porque la impugnación del sistema binario de géneros ya ha sucedido. De alguna manera, ha sucedido. El desafío es encontrar un mejor vocabulario para las maneras de vivir el género y la sexualidad que no encaje tan fácilmente en la norma binaria. De esta manera, el futuro está en el pasado y en el presente, pero necesitamos producir la palabra en la que la complejidad existente pueda ser reconocida y en donde el miedo a la marginación, patologización y la violencia sea radicalmente eliminado. Tal vez nuestra lucha sea menos para producir nuevas formulaciones del género que para construir un mundo en el que la gente pueda vivir y respirar dentro de la sexualidad y el género que ya viven.

¿Qué consecuencias políticas traen aparejadas estas nuevas perspectivas?
–Algunas son claras: la oposición en la calle a la violencia médica y policial contra la gente transgénero, la conformación de nuevas alianzas entre feministas, lesbianas, gays y bisexuales, queer, genderqueer, transgéneros, intersex; la despatoligización de la homosexualidad y la transexualidad dentro de los manuales y prácticas médicas, la producción de espacios culturales donde a través del arte es posible explorar las luchas y los placeres de estas vidas particulares, el desarrollo de formas de activismo basadas menos en una identidad estricta que en una forma de afiliación donde la diferencia tenga más valor que la superación de ésta.

¿Es posible adaptar su trabajo teórico, sobre todo el vinculado con los temas de género, a la vida cotidiana?
–Hay varias formas de responder esa pregunta. Mi primera respuesta es decir que el trabajo y el amor están relacionados, y con eso quiero decir que amo mi trabajo y que mi trabajo proviene en parte de reflexiones sobre las condiciones del amor. Pero más que eso, creo que el género tiene mucho que ver con las relaciones que mantenemos en la vida. No siempre es el aspecto más importante de toda relación, pero el género es una forma de relacionarse. Pienso que la gente, en todo el mundo, está confundida con el género, incluso cuando lo están disfrutando, así que miran los recursos culturales que tienen a su disposición para que estas cuestiones tengan sentido. La teoría académica es sólo un recurso entre otros.

Pero dado que usted teoriza sobre el amor, la sexualidad, el deseo y el género, ¿hay alguna forma de aplicar algunos de sus postulados?
–No pienso que la teoría deba ser aplicada. No se trata de un conjunto de prescripciones abstractas aplicables a la vida práctica. La teoría no te dice cómo hacer las cosas, pero abre posibilidades. En un mundo que constantemente cierra posibilidades, es importante abrirlas. Una vez, Nancy Fraser (filósofa feminista norteamericana) me preguntó cómo se podía distinguir entre las posibilidades que había que valorar y las que no. Ella quería una forma de medir normas. Pero yo creo que se trata de maximizar las posibilidades de vivir la vida, aunque ésta sea precaria. De todos modos, cuando la gente toma una teoría y luego hace su propio análisis sobre una práctica social determinada –algo que yo no podría hacer– es algo maravilloso. Porque esa teoría sale del contexto en el que fue creada y entra en otro y se convierte en algo diferente. Para mí, la teoría es un gesto insuficiente. Hay que retomarla en distintos contextos para que se convierta en algo diferente. Y recién cuando esto ocurre la teoría es exitosa.

¿Y entonces es posible dejar una marca en el mundo?
–Cuando estaba en la facultad, yo formaba parte de un emergente movimiento gay y lésbico (por entonces no existía lo “queer”) y era una feminista comprometida. Lo que no entendía era cómo iba a poder juntar todos estos mundos diferentes. Parecían separados y que habría riesgos si intentaba unirlos. Pero, de a poco, de alguna forma se unieron, y yo me encontré en una posición afortunada. No estoy segura de que, como persona, yo pueda hacer una diferencia. Pero formo parte de un movimiento de pensamiento más grande que ha hecho y hace una diferencia.

Usted apoyó a Obama antes de su elección. Hasta ahora, ¿está satisfecha con sus primeros meses en el gobierno?
–Es verdad que voté a Obama en las primarias demócratas y en la elección final, pero tenía algunas dudas sobre sus posiciones. Es un demócrata centrista y es importante saber que la “izquierda” consiste en movimientos sociales radicales que no siempre están bien representados por Obama o sus funcionarios. Mi esperanza es que surja una práctica de la crítica en la izquierda. Por supuesto que estamos aliviados ahora que Bush se fue y que Obama está en el poder. Pero hay que recordar que Obama nunca apoyó el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo y que tenía el poder para influenciar en la votación de California que anuló el matrimonio gay. Pero, por razones tácticas, eligió no hacer nada. Y estuvo dolorosamente callado durante el ataque a Gaza, incluso cuando debería ser claro para él que los judíos progresistas ahora están preparados para criticar la violencia del Estado israelí. También eligió en su gabinete a gente que es muy conocida por su misoginia y racismo, como Lawrence Summers (N. de la R: profesor en Harvard y director del Consejo Nacional Económico). Así que veamos cuán lejos está dispuesto a ir con respecto a las decisiones más difíciles. Debo decir que luego de sus primeros tres meses en el gobierno estoy más contenta de lo que había pensado. Cuando fue electo, me preocupaba que tanta gente estuviera enamorada de él y lo idealizara y que luego se decepcionara por completo o que “disculpara” sus numerosos compromisos con fuerzas más conservadoras. Pero creo que Obama hizo un buen trabajo al asegurarse de que la gente no lo viera como un Mesías. Ofrece esperanza, pero no redención, lo que para mí es un alivio. Ya veremos qué posición tomará su gobierno en cuanto al aborto. En mi opinión, ésta es una pregunta abierta.

¿Le resulta llamativo que en este momento se discuta en distintos lugares del mundo –con el apoyo de múltiples personalidades públicas– la legalización del matrimonio gay y que el aborto, a su vez, siga siendo un tema tabú o defendido sólo por grupos de mujeres militantes?
–Es importante considerar cómo el movimiento “pro-matrimonio” ha limpiado las relaciones homosexuales y neutralizado el radicalismo sexual. Ahora gira alrededor de imágenes de monogamia y propiedad. Y, sin embargo, la práctica del aborto es muchas veces presentada como una opción socialmente condenable o estigmatizada por la pérdida de status de clase. Así que me parece que necesitamos repensar el feminismo y los movimientos sexuales radicales para tomar en cuenta formas de filiación que no son conyugales y que no siempre se basan en derechos de propiedad. Y también habría que volver a aliar al movimiento gay y lésbico (y a los bisexuales) con el feminismo y la crítica de la opresión de clase. Mi temor es que en los Estados Unidos estemos aceptando los términos de la democracia liberal participativa en el sentido amplio del compromiso político. Por supuesto, quiero esa democracia, pero quiero que sigamos preguntándonos qué es lo que la democracia radical nos pide ahora.

¿Cómo ingresa el concepto de familia en esta historia? ¿Cree que se ha modificado?
–Creo que tenemos que distinguir “familia” de “parentesco”, pensando parentesco como ese grupo de personas de las que dependemos y que dependen de nosotros, una comunidad que participa de las mayores celebraciones y pérdidas de nuestras vidas. Creo que es un error restringir la idea de parentesco a la familia nuclear. Creo que todos necesitamos producir y sostener este tipo de comunidades. Demasiado peso emocional se deposita sobre la familia y la pareja, y encima estas instituciones deben abrirse a mundos más amplios. No es necesario estar unidos por la sangre o por el matrimonio para convertirse en esenciales unos para los otros. No solamente tenemos que imaginarnos más allá de estas maneras de relacionarnos sino también cómo podríamos vivir en ellas.
Informe: Milagros Belgrano Rawson.